La piscina es eterna
Hace como cinco minutos revisé la hora. 4:30 pm. Si me dedico a correr hasta llegar a la piscina puedo alcanzar a nadar unos 500 metros. Tal vez 400. Como 20 vueltas. Pero de verdad odio correr. Y el encargado del curso siempre llega tarde. Camino rápido, mejor. Lo suficiente para alcanzar a nadar lo mínimo necesario en un entreno. Dejo las mochilas acá. Están llenas de cosas innecesarias de todos modos. Me limito a cargar (en la mochila menos estorbosa) las respectivas herramientas natacionisticas: calzoneta, lentes, gorra, toalla, y ¡mierda! olvidé las sandalias. Me da pánico pensar en caminar descalza por el piso del vestidor. Siempre me toca nadar después del horario para niñas, y el piso se pone resbaloso, y café. No quisiera ir sin mis sandalias, pero ya falté como tres veces esta semana. Va. Me quedo con los tenis todo el rato, y me los vuelvo a poner al salir, aunque se empapen. A veces toca, y cuando toca, toca. Voy caminando por el corredor, que me lleva al jardín, que me ll