Se me cayó una costra

 Se me cayó una costra.


Como quien dice
ya estuvo.
Podés seguir sin mí.
Sanaste suficiente.

Pero me miro la mano y pienso
maldita costra.
¿Por qué te vas?
Me dejaste un puntito de sangre.
Me curaste y no
la herida.

Ahora anda aquí todo al aire libre.
Se me van a meter los monstruos.
Me van a rastrear por el olor a hemoglobina.
Se van a comer el chile relleno que tengo por corazón.

Y mi pobre mano.
Ahí con su agujero.
También se le entra el chiflón.

Y los monstruos harán de mis entrañas un hogar.
Y una fiesta de invierno.
Habrán trajes coloridos y peludos.
Bailarán la música alegre de mis adentros.
“Los Cadillacs tocando para vos” dirán
al unísono.
Y tocarán sus guitarras
y baterías
invisibles.

Entonces las patrullas de defensa inmunológica se despertarán.
Saldrán de sus cuarteles.
Cancelarán la fiesta.
Habrá persecución.

Los monstruos defenderán el hogar.
Y rayaran mi pellejo
con graffiti subversivo
contra su criminalización.

Y no me quedará más
que arrancar el resto de costras
y declarar mi cuerpo
territorio pro monstruos.

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